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Alimentación y Cáncer: Claves Nutricionales desde un Enfoque Oncológico

Luciana Frontini

La relación entre alimentación y cáncer es un campo de estudio de creciente importancia, pues esta desempeña un papel fundamental tanto en la prevención, como en soporte y mejora del pronóstico de la enfermedad. 

En este post, te vamos a explicar las claves nutricionales a seguir, las más relevantes,con el objetivo de ofrecerte una guía clara, práctica y basada en ciencia.

Alimentación y Cáncer

¿Cómo influye la alimentación en la prevención y evolución del cáncer?

La alimentación influye de manera significativa en el riesgo de desarrollar cáncer y en el curso de la enfermedad, a través de múltiples mecanismos biológicos complejos. 

Más allá del peso corporal o la exposición a carcinógenos, lo que comemos incide a nivel molecular y celular en la biología de la enfermedad, lo que abre nuevas oportunidades para la investigación y el desarrollo de terapias nutricionales más específicas.

En líneas generales, patrones alimentarios predominantes en vegetales integrales se asocian con un menor estrés oxidativo o con una disminución de la inflamación crónica que caracteriza a los pacientes oncológicos. Además, el ejercicio y mantener un normopeso ayudarán a reducir esta respuesta inflamatoria de la que hablamos. 

Por otro lado, mantener una microbiota saludable puede tener un papel relevante en la salud inmunitaria y metabólica. Una disbiosis puede contribuir al desarrollo de cáncer, especialmente en el tubo digestivo; aunque también en otros órganos por facilitar un estado inflamatorio y aumentar la producción de compuestos carcinógenos. 

Aparte de lo mencionado, un suficiente aporte energético y de calidad es imprescindible, pues una gran parte de los pacientes oncológicos sufren de malnutrición, cosa que empeora la respuesta a los tratamientos. 

Se asocia con una menor finalización de terapias, más efectos adversos, mayor demanda de atención médica y peor supervivencia a corto plazo. Además, contribuye a una mayor morbimortalidad, hospitalizaciones prolongadas y menor tolerancia a tratamientos, lo que puede conllevar interrupciones o retrasos.

La principales recomendaciones para la prevención de la enfermedad según la Sociedad Americana Contra el Cáncer (ACS) y el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) son: 

  • Mantener un peso saludable o normopeso. 
  • Patrón alimentario rico en vegetales integrales (frutas, verduras, legumbre, cereales integrales…)
  • Evitar el consumo de alcohol
  • Evitar el consumo de carne roja y carne procesada. 
  • Evitar el consumo de ultraprocesados y bebidas azucaradas

Nutrición oncológica según cada etapa del proceso

Más allá de cubrir las necesidades energéticas básicas, la nutrición en el contexto oncológico debe adaptarse a los cambios fisiológicos y emocionales que experimenta el paciente. Esto implica ajustar la alimentación para apoyar la función inmunitaria, controlar los procesos inflamatorios y preservar la fuerza física.

Cada etapa del proceso requiere un enfoque específico, las necesidades del cuerpo van cambiando por eso, es importante ir adaptando la alimentación según cada fase.

Alimentación durante el tratamiento oncológico

La fase durante el tratamiento es la etapa más delicada, ya que suelen aparecer efectos secundarios como náuseas, vómitos, cambios en el gusto, mucositis o fatiga, que afectan directamente al apetito y la manera de comer.

Las recomendaciones varían según si el paciente se ha expuesto a: 

  • Quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia: Estos tratamientos pueden inducir una variedad de efectos secundarios que dificultan la ingesta y la absorción de nutrientes, como náuseas, vómitos, diarrea, falta de apetito, boca seca, llagas en la boca, dificultad para tragar y cambios en el gusto y el olfato. El abordaje nutricional debe centrarse en manejar los síntomas para asegurar una ingesta adecuada.
  • Cirugía: tras la cual los requerimientos energéticos y proteicos se ven aumentados. En casos de desnutrición severa se optará por nutrición parenteral (intravenosa) 7-10 días antes de la intervención. 

Alimentación después del tratamiento: recuperación y prevención de recaídas

Cuando el tratamiento termina, empieza la etapa de recuperación. El cuerpo ha pasado por mucho, y ahora necesita cuidado, nutrientes y tiempo. Cada persona sale del tratamiento con sensaciones distintas: algunos tienen más hambre, otros siguen con molestias digestivas, otros están cansados…

Lo que buscamos en esta fase es recuperar la masa muscular, reforzar el sistema inmune y cubrir las necesidades nutricionales del paciente. Las claves en esta fase son similares a las mencionadas sobre la prevención de la enfermedad. 

Apoyo nutricional en pacientes con pérdida de apetito o peso

Cuando hay una pérdida de apetito o peso no intencional, el objetivo principal es una adecuada ingesta energética y asegurarnos de cubrir las necesidades nutricionales del paciente. El primer punto a analizar es la causa de dicha pérdida de apetito o imposibilidad de ingesta.:

  • Si el motivo es el dolor o las náuseas existen ciertos alimentos que nos pueden ayudar a reducir las náuseas, como el aceite de cítricos, el jengibre o la menta. Además, masticar gajos de limón o beber infusiones de jengibre o cúrcuma también resulta efectivo a la hora de combatir las náuseas.
  • Si existe alteración del gusto o rechazo a sabores de ciertos alimentos, es clave mantener una adecuada higiene bucodental y valorar la forma de presentación de los platos.
  • En caso de saciedad precoz, molestias digestivas o fatiga, se deberán adaptar las texturas, el volumen y la frecuencia de las comidas.

Ante la falta de apetito, lo ideal es aplicar una planificación alta en densidad nutricional, con pequeñas porciones que aporten el máximo de energía y nutrientes. Algunas estrategias:

  • Fraccionar las comidas
  • Aprovechar momentos de mayor tolerancia: muchas personas toleran mejor el desayuno o la media mañana, por lo que conviene concentrar ahí alimentos clave.
  • Limitar la ingesta de líquidos durante las comidas principales, para evitar una saciedad anticipada.
  • Enriquecer los platos sin aumentar el volumen: usar aceite de oliva virgen extra, cremas de frutos secos, proteína en polvo o harina de almendra para sumar calorías y nutrientes de forma práctica.
  • Priorizar texturas suaves y sabores agradables: cremas, purés, batidos, alimentos templados y sin olores fuertes.

Realizar actividad física ligera, como paseos cortos, antes de las comidas para estimular el hambre.

Alimentos recomendados en pacientes oncológicos

Frutas y verduras

Las frutas y verduras son clave en la alimentación durante el cáncer pues a pesar de su bajo aporte calórico, son especialmente ricas en fibra, vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes. 

Se recomienda incluir variedad de frutas y verduras como espinacas zanahorias tomates brócoli frutas cítricas fresas o plátano y priorizar formas de cocinado suaves como al vapor cremas o asados para mejorar su tolerancia en caso de molestias digestivas.

alimentacion y cancer

 Proteínas de calidad

Las proteínas son esenciales para la reparación de tejidos y el mantenimiento de la masa muscular. Durante el tratamiento, se ven aumentados los requerimientos proteicos del paciente; las recomendaciones en cuantos a sus fuentes giran en torno a: 

  • Pescado: especialmente blanco por su mejor tolerancia digestiva
  • Carnes magras 
  • Lácteos desnatados y/o fermentados
  • Legumbres y derivados
Alimentación y Cáncer Claves Nutricionales desde un Enfoque Oncológico

 Grasas saludables: aceite de oliva virgen extra, aguacate, frutos secos.

Elegir grasas de calidad es la clave durante el tratamiento, es recomendable reducir el consumo de grasas saturadas (carnes grasas, mantequilla, lácteos enteros) y priorizar fuentes de grasas insaturada, ya que ayudan a controlar la inflamación, protegen el sistema cardiovascular y aportan antioxidantes.

Las fuentes clave son de origen vegetal, como el aceite de oliva virgen extra, el aguacate, los frutos secos y las semillas. También entrarían dentro de las recomendaciones las grasas poliinsaturadas provenientes del pescado azul, por su efecto antiinflamatorio. 

Alimentación y Cáncer Claves Nutricionales desde un Enfoque Oncológico

 Hidratación y digestión suave: caldos, infusiones, probióticos.

Mantenerse bien hidratado es esencial y más todavía durante el tratamiento. La deshidratación puede agravar efectos secundarios como náuseas, fatiga y estreñimiento, además de dificultar la eliminación de toxinas del cuerpo

Importante: evitar bebidas con cafeína, alcohol o azúcares refinados, ya que pueden irritar el sistema digestivo y contribuir a la deshidratación.

Para una digestión suave, es importante favorecer una función intestinal equilibrada, ya que el tratamiento puede alterar la flora natural del intestino y provocar molestias como diarrea o estreñimiento. Para ayudar a mantener esta flora saludable, es recomendable incluir alimentos con probióticos, como yogur natural, kéfir o alimentos fermentados (chucrut, miso).

 Estos alimentos contienen bacterias beneficiosas que pueden contribuir a mejorar la digestión y fortalecer el sistema inmunitario. Eso sí, siempre es importante consultar con el equipo médico antes de incorporarlos, para asegurarse de que no haya contraindicaciones en cada caso particular.

Alimentos que conviene limitar o evitar

Los siguientes grupos de alimentos se deberán evitar pues se asocian con o bien una mayor incidencia de cáncer; o con una peor o más larga recuperación de la enfermedad. 

Azúcares añadidos y productos ultraprocesados

Tanto el azúcar añadido como los productos ultraprocesados ya suponen un riesgo para la salud en condiciones normales, pero durante un tratamiento oncológico sus efectos pueden ser aún más problemáticos.

El azúcar, especialmente el que se encuentra en refrescos, bollería, cereales azucarados o salsas industriales, puede favorecer desequilibrios en los niveles de glucosa y contribuir a una mayor inflamación sistémica. Estos factores pueden afectar la respuesta inmunitaria y aumentar la sensación de fatiga o malestar en pacientes en tratamiento.

Respecto a los ultraprocesados, destacan por ser ricos en azúcares, grasas de pésima calidad, ingredientes superfluos y/o algunos compuestos denominados disruptores endocrinos. 

Además, debemos tener en cuenta que en un contexto dónde la ingesta energética suficiente se ve comprometida, se deben elegir muy bien los alimentos a ingerir, pues corremos el riesgo de desplazar el consumo de nutrientes esenciales. 

Carnes procesadas y embutidos

Existe una asociación clara entre el consumo de carne roja y/o procesada y un mayor riesgo de cáncer, particularmente colorrectal. Se recomienda limitar en consumo de carne roja al mínimo posible y evitar totalmente el consumo de carnes procesadas.

Aparte, las carnes procesadas son alimentos especialmente ricos en sal. En un contexto metabólico alterado, se refuerza la asociación directa entre mayor consumo de sal y mayor incidencia de hipertensión; además de aumentar la prevalencia de cáncer gástrico. 


Alcohol y bebidas azucaradas

Cada vez más estudios señalan una relación entre el consumo habitual de bebidas azucaradas y el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, como el cáncer oral, digestivo o de páncreas.

El alcohol es un factor de riesgo para múltiples cánceres, incluyendo los de boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colorrectal y mama. La recomendación es limitar su consumo o, idealmente, evitarlo por completo.


Suplementos sin control médico

Seguir una alimentación variada y equilibrada suele ser suficiente para cubrir las necesidades de nutrientes, vitaminas y antioxidantes que el cuerpo necesita, incluso durante un tratamiento oncológico. Por eso, no es recomendable tomar por iniciativa propia suplementos.. El equipo médico puede recomendar el uso de suplementos específicos durante el tratamiento oncológico para cubrir posibles carencias nutricionales o mejorar la recuperación. Es fundamental seguir siempre las indicaciones y dosis prescritas por un profesional, ya que un uso inadecuado puede interferir con el tratamiento o causar efectos secundarios. 

Mitos y realidades sobre alimentación y cáncer

¿Existen alimentos que “curan” el cáncer?

La búsqueda de soluciones nutricionales para el cáncer ha llevado a la proliferación de información sobre alimentos y dietas con supuestas propiedades «curativas». Sin embargo, la evidencia científica es categórica: no existe ningún ingrediente ni producto dietético que por sí solo cure el cáncer.

Esta es una «creencia falsa» que puede desviar a los pacientes de tratamientos médicos probados y necesarios. La proliferación de información sobre alimentos «curativos» en contraste con la firme negación de su existencia por parte de fuentes expertas revela una brecha significativa entre la percepción pública y la evidencia científica.

Es importante distinguir entre alimentos que pueden contribuir a reducir el riesgo de desarrollar cáncer y aquellos que se afirman, erróneamente, que pueden curarlo. Muchos alimentos contienen compuestos bioactivos, como antioxidantes, fitoquímicos y fibra, que pueden proteger las células del daño y, por lo tanto, reducir el riesgo de aparición del cáncer. Algunos ejemplos pueden ser los frutos secos, el té y café, la cúrcuma, el ajo y la cebolla, las legumbres… 

 ¿Se debe seguir una dieta específica como la cetogénica o alcalina?

En el ámbito de la nutrición oncológica, surgen con frecuencia preguntas sobre la idoneidad de dietas específicas y altamente restrictivas, como la cetogénica o la alcalina.

Si bien es cierto que para la dieta alcalina no hay publicada nada de evidencia que respalde dicha intervención; para la dieta cetogénica existen diversos estudios que evalúan su impacto sobre la enfermedad y el tratamiento. 

La premisa en la que se pasa la dieta keto es en el llamado “Efecto Warburg”, que describe la dependencia de muchas células tumorales de la glucólisis, es decir, del uso de glucosa como sustrato energético. Entonces ¿si limitamos la disponibilidad de glucosa, reduciremos la disponibilidad energética del tumor?

Cuando acudimos a estudios clínicos vemos que no, pues no se observan claros beneficios de este patrón alimentario en el tratamiento. El entorno tumoral es increíblemente adaptativo, y frente a una baja disponibilidad de glucosa, encuentra nuevas formas de obtención de energía. 

El papel del dietista-nutricionista en el acompañamiento oncológico

El nutricionista es una figura clave en el acompañamiento de personas con cáncer, ya que su intervención ayuda a mantener un buen estado nutricional durante todas las etapas del tratamiento. Su trabajo va mucho más allá de planificar menús: escucha, adapta y acompaña teniendo en cuenta las necesidades de cada paciente, el tipo de cáncer y los efectos secundarios que puedan aparecer.

Desde el primer momento, evalúa el estado nutricional y diseña una planificación nutricional personalizada, que se va ajustando a medida que avanza el tratamiento. Además, ofrece estrategias prácticas para mejorar la tolerancia a los efectos secundarios (como náuseas, fatiga o pérdida de apetito) y promueve hábitos saludables que favorecen la recuperación.

Conclusión: Alimentarse bien también es parte del tratamiento

Con todo lo mencionado anteriormente, queda claro que la alimentación no cura el cáncer, pero es clave tanto en la prevención como en la efectividad del tratamiento de la enfermedad. 

Desde el estado nutricional con el que parta el paciente al ser diagnosticado, hasta en qué medida se consigue paliar el deterioro del paciente durante la enfermedad. En todos estos momentos la nutrición es un pilar que siempre debe ir de la mano del resto de aspectos médicos, relacionados con el ejercicio, psicológicos… a los que se expone el paciente oncológico. 

Bibliografía:

Grupos de alimentos | Asociación Española Contra el Cáncer

Pautas para una alimentación saludable | Contra el Cáncer

Los alimentos ricos en proteínas favorecen la recuperación del cáncer

Las bebidas azucaradas pueden aumentar el riesgo de cáncer de boca, según un estudio – Infobae

Mitos alimenticios durante el tratamiento del cáncer

CREENCIAS Y MITOS ALIMENTARIOS

Ketogenic Diet – StatPearls – NCBI Bookshelf

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